C. Mallorquí: La isla de Bowen




Empecemos por el final: el autor se despide con un comentario interesante: este libro lo he escrito para pasármelo bien, como me lo pasaba cuando en mi infancia leía a Verne, a Conan Doyle y a otros autores de libros de aventuras. El libro es un homenaje a ese tipo de libros. Pero ante todo un intento de volver a sentir lo que sintió en la infancia, cuando tuvo la suerte de leer como se lee en esa edad cuando empieza a gustarte leer.

No son sus palabras textuales, pero es lo que se entiende, sobre todo tras haberse leído La isla de Bowen, y habiendo compartido con César Mallorquí, lo que sin duda es una suerte, leer libros de aventuras durante la infancia y adolescencia.

Esta vez he sido yo quien ha buscado un libro como este. Pero, la verdad,  no era para mí. Buscaba un libro para mi hijo de diez años. Y mira por dónde, quien se lo ha leído no ha sido él, sino yo.

Y ciertamente he revivido la sensación, al menos durante la primera mitad del libro, de una lectura muy especial para mí; la de La narración de Arthur Gordon Pym. Fue aquel un libro que me encantó y me enganchó a la lectura. Estoy convencido que haberme encontrado con aquel libro explica en gran medida cómo soy. Y aunque pueda sonar extraño que hable de otro libro en vez de hablar de La isla de Bowen directamente, no es más que para mostrar mi total admiración.

La verdad es que estoy de suerte. Tras haber pasado por unas lecturas que no me han entusiasmado mucho, estas dos últimas me han gustado mucho. Y al igual que la anterior de Styron, también la recomiendo para este deseado verano.

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